A Hermann Cuca Aceros Bueno, el único santandereano que ha jugado un mundial de fútbol con la selección Colombia de mayores, en el histórico Chile 62, los cuarenta y cuatro años que ha dedicado como delantero profesional, director técnico e instructor deportivo podrán no haberle dejado una pensión de trabajo, pero sí una convicción que le picó el corazón hace dos décadas y terminó atrapándolo por completo.
"El fútbol debe ser escuela de valores y una política social, encaminada a formar mejores seres humanos, y no un simple instrumento para ilusionar a niños, jóvenes y padres con el cuento de buscar riquezas con la profesión", dice, a sus 63 años, cuando aún es considerado por los amantes del fútbol colombiano, y en especial por los hinchas del Bucaramanga, como el jugador de mayor jerarquía que ha tenido la historia de Santander.
Pero esas glorias son para Cuca historia y nada más. Lo que le interesa es su visión humanista del deporte, aprendida a los 7 años, por allá en 1947, cuando conoció en la cancha Cristo Rey, del barrio Modelo, en el norte de la ciudad, al Gordo Monsider , su primer entrenador de barriada.
"El Gordo nos reunió a varios pelaos, nos habló y nos dijo que el fútbol no era correr como locos, ni desobedecer a los papás ni volarse de clases ni mucho menos aguantar hambre si se podía comer. Que el fútbol era una cuestión mental y una forma de comprender la vida".
Ahí mismo, Cuca -que sacó su apodo de las galletas que vendía para ayudar a su padre con los gastos del hogar- quedó marcado. Esas palabras perduraron por siempre en su mente. Incluso, cuenta, fueron la fuerza para no rendirse cuando se sentía desfallecer en cualquier momento de su vida, y fue así como llegó a la titular del Atlético Bucaramanga en 1958, donde superó jugadores muy habilidosos y de mucha experiencia como lo eran Américo "la bordadora" Montanini y el argentino Miguel Zazzini.
Asegura que la filosofía del Gordo lo alentó a convertirse en el mejor puntero del país, por lo que el argentino Adolfo Pedernera lo convocó a la selección Colombia que estuvo en el mundial de Chile, donde le marcó un gol al legendario arquero Lev Jeshin, la Araña Negra , en el inolvidable empate 4-4 contra la entonces Unión Soviética.
Su visión se alimentó durante su paso por equipos como Deportivo Cali (62-67); Millonarios (67-69); Deportivo Pereira (70-71); y Real Cartagena (71-72), donde terminó su vida como jugador, tras sufrir una irreversible lesión en su rodilla derecha.
Ocho años después de colgar los guayos se fue a Argentina a estudiar Tecnología en Fútbol. A su regreso, en 1983 asumió la dirección del Bucaramanga, y después pasó a dirigir otros equipos como Tolima (85), Medellín (86), Cúcuta Deportivo (87-90), Minerven (90) y Mineros (95), los dos últimos del fútbol venezolano.
Para él, más allá del balón, la fama y los dólares, está el ser humano, al que dice hay que formar desde niño para que perciba este deporte como una esencia de vida, una magia, un compromiso, una responsabilidad, un arte, un sacrificio.
Desde hace siete años aplica esta filosofía en las sedes rurales que la regional SENA tiene en los municipios de El Playón, Piedecuesta, Girón, y en las granjas agrícolas de Suratá, Matanza, y Lebrija, donde es instructor deportivo de grupos de 70 estudiantes, entre los 17 y 19 años.
La experiencia recogida en toda los países de América y algunos de Europa, que ha recorrido patiando o viendo patiar el balón, le dan crédito a sus críticas: "El fútbol en Bucaramanga está en coma: desaparecieron las canchas grandes por culpa de la construcción, la prensa no se ocupa de los torneos de los niños y a veces pareciera interesarle más las recochas de los veteranos ".
Sus baterías se enfilan también contra la Liga Santandereana de Fútbol, a la que culpa de falta de visión y gestión, pues, en su concepto, no ha promovido la enseñanza del fútbol, dejándole ese espacio a las escuelas privadas. "No todo padre tiene cómo pagarle la instrucción a su hijo..
Como buen conversador y tal vez con la habilidad que se le conoció en las canchas, Cuca vuelve a disparar otra carga de críticas: "Ahora el cuento es que el fútbol es para llenarse de plata. Esa es una concepción errada, una ruleta rusa : unos jóvenes llegan al fútbol profesional y otros no. Y qué pasa con los que no logran el sueño que les vendieron? Al final quedamos sin futbolistas y sin seres íntegros".
Foto:
Adolfo Enrique Herrera